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Archivos Mensuales: diciembre 2013

Los números del 2013

Los duendes de las estadísticas de WordPress.com prepararon un informe sobre el año 2013 de este blog. Lo bueno es que yo no he tenido que hacer nada.

Aquí hay un extracto:

Un teleférico de San Francisco puede contener 60 personas. Este blog fue visto por 1.900 veces en 2013. Si el blog fue un teleférico, se necesitarían alrededor de 32 viajes para llevar tantas personas.

Haz click para ver el reporte completo.

 
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Publicado por en 31 diciembre 2013 en Uncategorized

 

Tsukuri Banashi

La historia es la siguiente. Llevo vario tiempo estudiando japonés por mi cuenta y me lo he tomado tan en serio que me he apuntado a una academia a distancia. En dicha academia (para quien esté interesado en aprender este u otro idioma diré que es Busuu.com) se pueden realizar ejercicios que luego serán corregidos amablemente por hablantes nativos. Tras esto hay también un chat para mantener una conversacion con dichos hablantes. Así fue como conocí al famoso Tsukuri Banashi, poeta japonés que está aprendiendo español y que quiere que, entre él y yo, traduzcamos su libro de cuentos titulado Dema to uso. Por supuesto,  para mi supone un gran honor participar en dicha traducción, que esperamos poder ofrecerles próximamente. Mata ne!!

 
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Publicado por en 28 diciembre 2013 en Uncategorized

 

Vivir para contarla de García Marquéz

Sin que sirva de precedente, hoy quiero recomendar un libro que me ha parecido fascinante. Se trata, como ya habrán podido adivinar si atienden al título de esta entrada, de la autobiografía del grandísimo y eterno Gabriel García Marquéz. No podían faltar los toques de realismo mágico que sus obras destilan y que estaban presentes en su vida diaria: en el colegio, en su numerosísima familia y en sus trabajos y correrías. Es casi de perogrullo, y más a estas alturas, que todo lo escritos de este novelista inimitable deberían ser leídos con más o menos detenimiento (sobre todo con más) pues siempre ofrece unos argumentos originales y una prosa llena de imagenes cuya fuerza no dejan de sorprender, muchas veces de una belleza conmovedora, otras de un humor hilarante, pero simpre con la metáfora oportuna y para nada desgastada.

Pero hoy quiero referirme a su vida novelada por él mismo porque me ha parecido una historia apasionante y que, además, nos guía de buena manera para seguir leyendo a otros autores y otras obras. Decía Alcott que un buen libro era aquel que se abría con inquietud y se cerraba con provecho. Tal es el libro que nos ocupa en esta entrada. Lo abrí expectante por lo que ya conocía del autor y lo he cerrado con varios libro pendientes por leer, entresacados de las páginas de esta magnífica obra como si el propio escritor de Aracataca me los hubiese recomendado. Para empezar, Las mil y una noches, un libro que tenía pendiente, pero en el que quiero sumergirme en breve, incitado por don Gabriel.

 
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Publicado por en 23 diciembre 2013 en Prosas

 

Pencosur loado

La grandeza del Pencosur es infinita, así como la grandeza de los que lo habitan. Cada día nos ofrece nuevas y jugosas historias, aunque sus caminos, como en muchos otros casos de seres superiores, son inescrutables, como inescrutables son las adivinazas, acertijos y demás juegos de palabras a los que nos someten los gradilocuentes seres que tiene a bien regalarnos sus sapiencia. Porque no solo los clientes nos fascinan con su cuasiomnisciencia, también otros dependientes cercanos pueden dejarnos estupefactos por su clarividencia. O qué me dicen de esa señora que se acerca al puesto de comestibles y dice, simple y llanamente: «Una coca cola light (dicho «laay»)» y el dependiente, con una exactitud de cirujano corroboró: «la hay, la hay».

O esa otra mujer,que debería de ser matemática, científica, o algo parecido, porque sino no se explica que pidiese sosa » cuántica». Cuánta sabiduría en una sola mente. Me gustaría ver esa sosa cuántica en persona ¿será capaz de superar la velocidad de la luz? Quién lo sabe.

Pero algo tremendo es que una señora entrada en años, por no decir decrépita, pida una redecilla para el pelo porque se mueve mucho cuando duerme y, cito textualmente, » soy una loba en la cama». Una de dos, o no sabía lo que quería decir con ese aserto o, lo que me da más miedo, se me estaba insinuando.

 
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Publicado por en 16 diciembre 2013 en Opinión

 

Perdido y traducido

Hace algún tiempo referí mi descubrimiento de un pergamino antiguo que poseía un vendedor ambulante entre libros usados y periódicos ajados. ( para más explicaciones pinchar aquí) El texto del pergamino estaba en griego y me pareció que podía ser un fragmento de una parte del Timeo y Critias de Platón. Para ser precisos, sería la tercera parte, que nunca se encontró, de la obra del filósofo griego. Años después, con un diccionario y mis rudimentos del griego, que adquirí en el instituto y perfeccioné en la universidad, estoy en disposición de ofrecer una traducción, más bien libre, de dicho texto.

La obra original del Timeo y Critias se corta abruptamente mientras se nos detalla cómo vivía y se organizaban los habitantes de la Atlántida. Si Platón creó la referencia como una ficción o como una descripción de la realidad, no está en nuestra mano dilucidarlo, ni tampoco es nuestro objetivo. Si el texto que nos ocupa es original de Platón, o si es de otro autor distinto que copió del original (recordemos que los monjes coptos copiaron completamente La República en el llamado manuscrito de Nag Hammadi) también es una cuestión de la que deben ocuparse estudiosos más preparados para comparar los escritos tanto morfológica como grafológicamente. No hay que descartar en este sentido un posible análisis con el isótopo de carbono catorce que tantas dudas ha despejado a la hora de datar reliquias de otras épocas.

El Timeo y Critias acaba justo antes de que Zeus se dirija al resto de dioses para proponerles algo que hacer con respecto a la nación de la Atlántida, sociedad que, según Platón, había alcanzado un alto grado de civilización, pero también de corrupción, con lo cual, los dioses estaban disgustados. La frase final literalmente es: “Y cuando estuvieron todos reunidos, Zeus les habló de las siguiente manera…” A partir de aquí sigue el texto que yo he encontrado:

“Los hombres, inferiores a nosotros los inmortales, se alzan hoy en nuestra contra. Desde que el astuto Prometeo, grande en ardides, les entregara el sagrado fuego robado del carro de Febo, la humanidad se ha sublevado y su arrogancia no conoce límites. Nos desprecian y creen que pueden llegar a ser como nosotros, los mismísimos dioses. Sobre todo los atlantes, antes humildes y trabajadores y ahora desagradecidos y ambiciosos. Sus odiosas creaciones quieren competir contra nuestros poderes sobrehumanos y alardean de sus riquezas haciendo sus casas de oro. Vuelan en terribles pájaros del trueno, crean medicinas que los acercan a la inmunidad y, por ello, se creen invencibles y tiene atemorizada a todas las civilizaciones de la faz del mundo con su ejército innumerable. Pero ni todas las falanges, ni tan siquiera sus escudos hechos del irrompible oricalco podrán con el poder de los dioses del Olimpo. Caerán como ya cayeron los Titanes, más poderosos y terribles y, sin embargo, vencidos. Así os digo, oh hermanos, los castigaremos severamente para que ninguna otra civilización nos haga sombra nunca en los años venideros. Te ordeno pues, Poseidón, agitador de tierras, que anegues la isla de tu amado hijo Atlas hasta hacerla desaparecer, conmueve las olas hasta sumergir a los atlantes en el proceloso océano y enséñales que nadie pude desafiar a los inmortales. Y a ti, caro Hades, el que recibe a muchos, te ruego que ayudes a tu otro hermano, partiendo la isla por la mitad para, de esta forma, hacer el castigo más rápido. Sé que puedo sonar severo, pero recordad el dicho: la ley es dura, pero es ley.”

Y aquí se corta el pergamino que tengo en mis manos.

 
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Publicado por en 12 diciembre 2013 en Prosas

 

Sangre y oro (y II)

Los siglos se sucedieron, fugaces, como inconscientes cometas y la estatua fue cubierta por los hombres y ocultada en un templo. El templo fue engullido por una pirámide de piedras grises y gruesas. Y los hombres se fueron. Después la pirámide se cubrió de lianas, hojas, ramas, arbustos, matas, enredaderas y flores, el follaje la envolvió, incluso, algunos árboles se inclinaron hacia ella, como si la jungla quisiera engullirla y no dejar rastros de los atroces hechos acaecidos en el remoto pasado.

Pero el hombre volvió a reclamar lo que era suyo, o que creía que le pertenecía, aunque es bien sabido que la piedra siempre le ha pertenecido a la Tierra. Y despojó a la pirámide de su sudario vegetal, cortando y amputando, limpiando y dando esplendor, arrebatándole a la selva lo que le había llevado siglos conquistar. Ahora la inmensa pirámide y sus alrededores, abandonados hacía siglos, eran un sitio visitable, familias enteras venían desde muy lejos a ver la majestuosa mole que desafiaba a la lógica y a la humildad.

Y un día cualquiera de esta nueva era, un niño correteaba por entre las rocas cansadas y quietas, rasgando el silencio del lugar y, mientras sus progenitores permanecían absortos a algún detalle insignificante de la construcción, el jovenzuelo, de apenas unos diez años, se metió inconscientemente en el interior del templo. Ya se sabe que los niños son inocentes y que, lo único que quieren es jugar. Él llevaba un juguete en sus manos, un caballito de plástico que, hasta entonces, con un ruido de sus labios, imitaba el sonido del trote. Pero al entrar en la ominosa oscuridad vacía del templo no pudo evitar quedarse en un absoluto mutismo.  Las tinieblas dominaba en el interior, pero un tenue y rebelde rayo de luz permitía ver a la antigua y olvidada escultura de un dios sin rasgos. El niño se acercó a la estatua, ignorante de lo que era. En ese momento sus padres llegaron gritando su nombre, desesperados, pues creían que habían perdido a su hijo, pero por suerte, lo habían encontrado y todo había quedado en un susto.

A la mañana siguiente alguien se sorprendería al encontrar un caballito de oro en el mohoso regazo de la estatua del templo.

 
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Publicado por en 2 diciembre 2013 en Prosas